Esos cuentos que quedan sin decir...
Quizá ya te hayas enterado, pero en Roma hace un calor impresionante. Hace apenas unas semanas llegamos a 43 grados. Por suerte, teníamos planificada una escapada a Paris con Amalia, algo que se nos dio con mucha suerte y ayuda de muchos amigos que, entre otras cosas, nos prestaron su casa.
Pasamos espectacular.
Vimos amigos que se movilizaron especialmente para conocer a Amalia. Visitamos nuestros lugares preferidos y descansamos en una belleza de parques que son inexistentes en Roma. Además, aprovechamos un clima más amigable para nosotros, pero sobre todo para la beba que en el calor extremo estaba pasando muy mal.
Fue una de esas semanas donde me di cuenta cómo cambió la dinámica de nuestros viajes. Esta vez, en lugar de salir a encontrar espacios nuevos, optamos por visitar íconos turísticos como Sacre Coeur y la Torre Eiffel para sacarle una foto linda a la beba. Ella, por supuesto, no se dio cuenta de nada. Simplemente acompañó como una campeona que es.
Lo cierto es que son cosas que uno hace casi en su totalidad por uno mismo. Son momentos que, a falta de su recuerdo, serán "para el cuento".
Está el cuento de cómo conoció a los hijos de nuestros amigos. El cuento de su primera carcajada. El cuento de las 10 horas en tren con 8 horas de éxito y 2 horas de desesperación terminadas en llanto desconsolado. El cuento que, a pesar del agotamiento, tomamos un ómnibus 40 minutos para sacarle una foto en la Torre Eiffel que salió horrible porque estaba completamente dormida. Y otros momentos de mucho sacrificio. Todo para el cuento.
Eso me hizo reflexionar sobre los cuentos que nunca escuché. Porque cuanto más intento crear recuerdos para Amalia, más tengo presente todos aquellos cuentos que nunca sabré, pero debería, porque de repente me hacen falta como piezas de un rompecabezas que quedaron debajo del zócalo de mi vida.
Por eso, este newsletter y columna reflexiona sobre la importancia de contar y de los cuentos como herramientas de construcción del alma cuando, de a ratos, pareciera que no hay nada más de lo que aferrarse.
Ante todo, gracias por estar del otro lado leyendo mis cuentos.
(Si podés, compartí este mail y columna con tus contactos).
Nosotros, mientras tanto, nos vemos en la próxima historia.
¡Muchos saludos!
María.
Cosas que decir: Cuentos
Tuve la suerte de vivir rodeada de excelentes cuenta cuentos.
Eso no solo me fue formando técnicamente en el arte de escribir historias, sino que fue formando el rompecabezas de mi ser.
Sin embargo, al parecer, siempre hay cosas que quedan sin contar.
De esto se trata la última columna de historias de Cosas que decir sobre Cuentos.
Este cuento se llama..
Amalia en Paris, y le sienta muy bien.
200 escalones hacia arriba, cargados hasta el cuello, todo para el cuento.
Nadie puede decirte que tu historia no vale.
Así que a sacarle punta al lápiz, dar vuelta la página, ¡y adelante!