No es un sueño. Esto está pasando. ¡Llegamos a la última edición de Otras cosas del 2024!
Empiezo a escribirte esta carta desde mi casa en Trastevere, Roma. Estoy con mi mamá y mi hija, Amalia. Ellas están cantando canciones de Moana y leyendo el libro del pájaro Erwin. Tengo un mazo de cartas del Oráculo de las Diosas a la derecha y, a la izquierda, una carta que me hizo Andrés cuando terminé de escribir mi primera novela.
Te comparto esta imagen porque creo que resume bastante bien lo que dejamos atrás en este espacio, pero también porque es una pista de lo que se viene en el futuro.
Así como la compañía, la celebración, la lectura y el aprendizaje se unieron en este período para impulsarme y darme una oportunidad de creer que podía hacer mis visiones realidad, voy a plantear este espacio de aquí en adelante con la intención de darte esa misma oportunidad a ti.
Hace varios años que tengo la tradición de hacer una pausa creativa en enero y febrero. Se trata de un tiempo que dedico a reencontrarme con lo más esencial de mí, a replantearme la misión del camino que estoy recorriendo y a recuperar la energía para proyectar con inspiración fresca y renovada.
A esta altura, es una costumbre innegociable porque, para mis capacidades de ideación y creación, ha probado ser un ejercicio altamente efectivo. Desconectar me ayuda a estar presente, a observar de manera diferente y a prestar atención. Como resultado, en mi mente quedan los primeros bocetos de las historias y experiencias que quiero crear y compartir con todos ustedes, y eso vale toda la pena.
Dicho esto, esta especie de paréntesis no significa que vaya a desaparecer, sino que simplemente no tendremos ni un número ni un día fijo para los envíos. Pero no tengan duda de que estaré en contacto. Después de todo lo que vivimos este año, me queda claro que tenemos Cosas que decir para rato.
—¿Querés saber más sobre las pausas creativas? Te recomiendo leer Pausa, no eres una lista de tareas pendientes, que fue el libro que inspiró la mía hace años.
—¡Qué librazo me leí! Terminé La mano que cura y creo que es mi preferido del año.
—Empecé Para ser escritor de Dorothea Brande, un libro sobre el arte de escribir que se publicó en 1938 y tiene mensajes muy vigentes. Por ahora no me resultó una cosa alucinante, pero es innegable que este clásico tiene muchos pasajes destacables.
—Escribí este artículo para una revista que tiene mucho que ver con lo que te comento al principio y al final de estas Otras cosas #8 (pág 42 y 43).
—¡Está confirmada la visita a Uruguay en enero y febrero! En el medio de la estadía, voy a visitar un destino muy especial que por ahora voy a mantener en secreto. A mediados de enero les cuento más. Prometo que les va a alucinar.
—El 21 de diciembre fue mi cumpleaños y lo festejé en Sevilla. Fue mi primera vez en esta ciudad y creo que se convirtió en una de mis preferidas por muchas razones, pero sobre todo porque encuentro que la gente es tremendamente especial. Están siempre con una sonrisa, son amables, vivien en modo fiesta-fiesta-fiesta, aplauden porque sí en la calle, salen al parque con una pandereta, se encuentran en el medio de la calle entre amigos y se saludan cantando, ofrecen ayuda por todo… y podría seguir. Además, mi abuela paterna era de acá y fue mágico pensar que, de alguna manera, caminé por arriba de sus pasos en un lugar donde fue muy feliz. Me voy completa y abrazada por esta ciudad que me ayudó a creer por unos días que todavía existen lugares donde uno puede vivir y sentirse bien, siempre.
—Escuché Lunática de (De esto no se habla) y flasheé. Me pareció que tanto la producción como el storytelling son brillantes. Poné play y enganchate. Atención: *Ideal para vacaciones *.
—Me vi Black Dove y es un 10 gigante.
—La segunda temporada de Shrinking es BRUTAL.
—Empecé Cien años de soledad y va leeeeeento, pero va bien. ¡Qué difícil trasladar el realismo mágico a la pantalla!
Esta es la última entrega de Otras cosas del 2024. ¡Alguien que me explique cómo pasó esto!
Mientras mi cabeza intenta racionalizar la velocidad de estos meses, voy anotando solo algunos de los momentos que voy a atesorar para siempre de este año.
Empezar el año jugando Trivial con mi familia en Punta Ballena.
Una foto divina que me saqué con mis tres ahijadas.
El “WOW” con ojos abiertos de Andrés cuando leyó el primer capítulo de mi novela.
Todo el tiempo y los viajes con mi mamá.
Las lecturas que más disfruté, como Cometierra, Esta herida llena de peces y La mano que cura.
Mi primer retiro de escritura en Ávila.
Las primeras vueltas en bici por Roma con Amalia.
Un viaje en tren por las cuatro estaciones con Andrés.
Retomar pilates en The Room.
Amsterdam.
Las visitas esperadas e inesperadas.
La foto de Guadi emocionada cuando le conté que había terminado la novela.
Los comentarios de mi hermano a los primeros capítulos.
Una corrida en otoño al lado del río Tevere con las hojas de todos colores.
Los tacos de El Jalapeño hechos en la terraza de casa con todos nuestros amigos presentes para festejar los 40 de Andrés.
El reencuentro con amigos en Colombia.
Las comidas de Annemarie.
Las puestas a punto con Gime y las carcajadas con Love is blind.
La charla sobre mujeres, generaciones y la vida con Caro en Buritaca.
La noticia de que soy tía de parte de mi familia elegida de nuevo.
Amalia corriendo con risas y los brazos abiertos cuando la voy a buscar a la guarde.
Las charlas con Fer en el bar 404 de Trastevere.
La noche de despedida de la otra Carito con Nana en mi casa junto a las velitas tirando las cartas del Oráculo de las Diosas.
La pérdida, el reencuentro y la vivencia de la amistad eterna.
Plantar hortensias en Villa Borghese.
Los domingos familiares con mi sobrina en Roma.
Aquel bao y ramen que me comí en Madrid.
Las mil veces que entré en Crazy Mary.
Festejar a mi tía porque es una campeona.
Mi hija llamando a mis padres para que se acerquen a jugar: “¡Tapo, viní! ¡Lita, viní!”.
Cada segundo en Sevilla.
Termino de escribirte la carta desde una terraza con vista a la catedral de Sevilla. Recién amaneció y las nubes están bailando en una pista que cambia entre contrastes de rosados, violetas y naranjas. Es un espectáculo que, aunque puede que esté ocurriendo en otras partes del mundo, aunque pienses que ya lo viste y lo viviste, no tiene nada de normal.
Es otro día. Por un instante, la presencia de esta nueva oportunidad se siente tan real que casi que puedo tocarla. La luna está desapareciendo y los sonidos van aumentando su volumen al ritmo de las letras que voy tipeando.
¿Cómo algo tan repetido puede sentirse tan único?
Cierro esta carta como quien cierra un buen libro de aventuras. Pero sé, como autora de esta historia, que el libro que nos espera será aún más genial. No veo la hora de encontrarnos ahí.
Un fuerte abrazo, que el 2025 nos encuentre de mil maravillas y maneras.
Nosotros nos vemos por las letras.
Los quiere,
María.
🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰🥰
Genial mi querida amiga. Te leo y es como transportarme a nuestras conversaciones de la vida. Te queremos 🧡